Talált 144 Eredmények: efecto

  • Porque ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre en la vida, durante los contados días de su vida fugaz, que él pasa como una sombra? ¿Quién puede, en efecto, indicar al hombre lo que habrá después de él bajo el sol? (Eclesiastés 6, 12)

  • Para cada cosa, en efecto, hay un tiempo y un juicio; pero un gran mal pesa sobre el hombre, (Eclesiastés 8, 6)

  • Los vivos, en efecto, saben que morirán, pero los muertos no saben nada: para ellos ya no hay retribución, porque su recuerdo cayó en el olvido. (Eclesiastés 9, 5)

  • Ella, en efecto, es más radiante que el sol y supera a todas las constelaciones; es más luminosa que la misma luz, (Sabiduría 7, 29)

  • en efecto, aquel que se volvía hacia ella era salvado, no por lo que contemplaba, sino por ti, el Salvador de todos. (Sabiduría 16, 7)

  • El miedo, en efecto, no es sino el abandono de la ayuda que da la reflexión: (Sabiduría 17, 12)

  • En efecto, cuando todavía celebraban sus ritos fúnebres y se lamentaban junto a las tumbas de sus muertos, concibieron otro proyecto descabellado: a los que ellos mismos habían rogado que se fueran los comenzaron a perseguir como fugitivos. (Sabiduría 19, 3)

  • Él dice, en efecto: "¿No son reyes todos mis jefes? (Isaías 10, 8)

  • El copero mayor regresó y se encontró con el rey de Asiria, que estaba atacando a Libná. Él había oído, en efecto, que el rey se había retirado de Laquis, (Isaías 37, 8)

  • Él en efecto, cortó algún cedro, o tomó un roble y una encina que había dejado crecer entre los árboles del bosque, o plantó un abeto que luego la lluvia hizo crecer. (Isaías 44, 14)

  • Todos los jefes, en efecto, fueron a ver a Jeremías y lo interrogaron. Pero él les informó ateniéndose a lo que le había ordenado el rey, y ellos lo dejaron tranquilo, porque nadie había oído la conversación. (Jeremías 38, 27)

  • lejos de los caldeos. Ellos les temían, en efecto, porque Ismael, hijo de Natanías, había matado a Godolías, hijo de Ajicám, a quien el rey de Babilonia había designado gobernador del país. (Jeremías 41, 18)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina