Talált 144 Eredmények: efecto

  • el sexto, Amiel; el séptimo, Isacar, y el octavo, Peuletai. Dios, en efecto, lo había bendecido. (I Crónicas 26, 5)

  • En efecto, los levitas abandonaron sus campos de pastoreo y sus posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboám y sus hijos les impedían ejercer el sacerdocio del Señor, (II Crónicas 11, 14)

  • Entonces Eliezer, hijo de Dodaías, de Maresá, profetizó contra Josafat diciendo: "Por haberte aliado con Ocozías, el Señor abrió una brecha en tus obras". En efecto, los barcos naufragaron y no pudieron ir a Tarsis. (II Crónicas 20, 37)

  • El rey instaló a los levitas en el Templo del Señor, con címbalos, arpas y cítaras, como lo habían ordenado David, Gad, el vidente del rey, y el profeta Natán: este era, en efecto, un mandamiento de Dios, que había sido dado por medio de sus profetas. (II Crónicas 29, 25)

  • En efecto, una gran parte del pueblo, sobre todo de Efraím, de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se habían purificado y, sin embargo, comieron la Pascua sin ajustarse a los prescrito. Pero Ezequías rogó por ellos, diciendo: "¡Que el Señor por su bondad perdone (II Crónicas 30, 18)

  • A pesar de todo, trabajamos en la reconstrucción de la muralla, que fue enteramente restaurada hasta media altura. El pueblo, en efecto, se había tomado la obra muy a pecho. (Nehemías 3, 38)

  • Yo había reconocido, en efecto, que no era Dios el que lo había enviado: si había pronunciado esa profecía acerca de mí, era porque lo había enviado Tobías. (Nehemías 6, 12)

  • Había, en efecto, una ordenanza del rey y un reglamento que fijaba a los cantores lo que debían hacer cada día. (Nehemías 11, 23)

  • Ellos, en efecto, aseguraban el culto de su Dios y los ritos de purificación -lo mismo que los cantores y porteros- conforme a las órdenes de David y de su hijo Salomón. (Nehemías 12, 45)

  • Por lo tanto, hijo mío, prefiere a tus hermanos; no te muestres orgulloso con los hijos y las hijas de tu pueblo, rehusando tomar una esposa entre ellos. Porque el orgullo acarrea la ruina y un gran desorden, y la ociosidad lleva a la decadencia y a la miseria; ella es, en efecto, madre de la penuria. (Tobías 4, 13)

  • Y añadió: "Tú tienes el derecho de casarte con ella. Escúchame, hermano: esta misma noche, yo hablaré de ella a su padre para que él la haga tu prometida; y cuando volvamos de Ragués, celebraremos la boda. Yo sé que Ragüel no podría negártela ni comprometerla con otro, sin hacerse reo de muerte, conforme a lo prescrito en el Libro de Moisés. Él sabe, en efecto, que a ti te corresponde tomar por esposa a su hija antes que cualquier otro. Por eso, óyeme bien, hermano: esta noche, hablaremos de la joven y la pediremos en matrimonio. Cuando volvamos de Ragués, la tomaremos y la llevaremos con nosotros a tu casa". (Tobías 6, 13)

  • Hacía poco tiempo, en efecto, que ellos habían vuelto del cautiverio, y sólo recientemente se había congregado todo el pueblo de Judea y habían sido consagrados los objetos de culto, el altar y el Templo, antes profanados. (Judit 4, 3)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina