Talált 207 Eredmények: Cus

  • En lugar de ellos, el rey Ro- boám hizo unos escudos de bronce, y se los confió a los jefes de los guardias que custodiaban el acceso a la casa del rey. (I Reyes 14, 27)

  • Luego les impartió esta orden: "Van a hacer lo siguiente: Un tercio de ustedes, el que entra de servicio el día sábado y custodia la casa del rey, (II Reyes 11, 5)

  • Él había oído, en efecto, que el rey se había retirado de Laquis, al recibir la noticia de que Tirjacá, rey de Cus, se había puesto en campaña para combatirlo. Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle: (II Reyes 19, 9)

  • Los descendientes de Cam fueron Cus, Misraim, Put y Canaán. (I Crónicas 1, 8)

  • Los descendientes de Cus fueron Sebá, Javilá, Sabtá, Raemá y Sabtecá. Los descendientes de Raemá fueron Sebá y Dedán. (I Crónicas 1, 9)

  • Cus fue padre de Nimrod, que fue el primer guerrero sobre la tierra. (I Crónicas 1, 10)

  • Tanto ellos como sus hijos tenían bajo su custodia la entrada de la Carpa, es decir, de la Casa del Señor. (I Crónicas 9, 23)

  • Pasaban la noche alrededor de la Casa de Dios, porque estaban encargados de custodiarla y tenían que abrirla todas las mañanas. (I Crónicas 9, 27)

  • Los levitas designaron a Hemán, hijo de Joel; entre sus hermanos, a Asaf, hijo de Berequías; y entre los hijos de Merarí, sus hermanos, a Etán, hijo de Cusaías. (I Crónicas 15, 17)

  • En resumen, ellos tenían a su cargo el cuidado de la Carpa del Encuentro y la custodia del Santuario, y debían servir a los hijos de Aarón, sus hermanos, en el culto de la Casa del Señor. (I Crónicas 23, 32)

  • Los jefes de estos grupos de porteros, lo mismo que sus hermanos, tenían a su cargo la custodia de la Casa del Señor. (I Crónicas 26, 12)

  • Y lo que habían consagrado el vidente Samuel, Saúl, hijo de Quis, Abner, hijo de Ner, y Joab, hijo de Seruiá, en una palabra, todas las cosas sagradas estaban bajo la custodia de Selomit y sus hermanos. (I Crónicas 26, 28)


“Quando fizer o bem, esqueça. Se fizer o mal, pense no que fez e se arrependa.” São Padre Pio de Pietrelcina