Talált 364 Eredmények: sangre

  • Y no fue la sangre de chivos o de novillos la que le abrió el santuario, sino su propia sangre, cuando consiguió de una sola vez la liberación definitiva. (Carta a los Hebreos 9, 12)

  • La sangre de chivos y de toros y la ceniza de ternera, con la que se rocía a los que tienen alguna culpa, les dan tal vez una santidad y pureza externa, (Carta a los Hebreos 9, 13)

  • pero con toda seguridad la sangre de Cristo, que se ofreció a Dios por el Espíritu eterno como víctima sin mancha, purificará nuestra conciencia de las obras de muerte, para que sirvamos al Dios vivo. (Carta a los Hebreos 9, 14)

  • Por eso se derramó sangre al iniciarse el antiguo testamento. (Carta a los Hebreos 9, 18)

  • Cuando Moisés terminó de proclamar ante el pueblo todas las ordenanzas de la Ley, tomó sangre de terneros y de chivos, la mezcló con agua, lana roja e hisopo y roció el propio libro del testamento y al pueblo, diciendo: (Carta a los Hebreos 9, 19)

  • Esta es la sangre del testamento que pactó Dios con ustedes. (Carta a los Hebreos 9, 20)

  • Roció asimismo con sangre el santuario y todos los objetos del culto. (Carta a los Hebreos 9, 21)

  • Además, según la Ley, la purificación de casi todo se ha de hacer con sangre, y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado. (Carta a los Hebreos 9, 22)

  • El no tuvo que sacrificarse repetidas veces, a diferencia del sumo sacerdote que vuelve todos los años con una sangre que no es la suya; (Carta a los Hebreos 9, 25)

  • es que la sangre de los toros y de los chivos no tiene valor para quitar los pecados. (Carta a los Hebreos 10, 4)

  • Así, pues, hermanos, no podemos dudar de que entraremos en el Santuario, en virtud de la sangre de Jesús; (Carta a los Hebreos 10, 19)

  • ¿Qué pasará entonces con el que pisoteó al Hijo de Dios? ¿Qué castigo merecerá, según ustedes, el que ha profanado la sangre de la alianza con la cual fue santificado y ha insultado al Espíritu, don de Dios? (Carta a los Hebreos 10, 29)


“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina