Talált 213 Eredmények: estoy
Gente de Israel, Yavé les habla: Estoy trayendo de muy lejos una nación contra ustedes. Es una nación invencible y muy antigua, cuyo idioma desconoces. (Jeremías 5, 15)
«¡Pero yo estoy lleno de la ira de Yavé y no la aguanto más! » «Derrámala entonces sobre los niños de la calle y sobre los grupos de muchachos. Les va a llegar a todos, al marido y a la mujer, al anciano y al hombre lleno de vida. (Jeremías 6, 11)
Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. (Jeremías 15, 20)
Porque estoy mirando todos sus caminos, sin que ninguno se me oculte y sin que su culpa escape a mi vista. (Jeremías 16, 17)
Pues bien, oigan lo que dice Yavé a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Sepan que yo estoy preparando contra ustedes una desgracia. Arrepiéntanse cada uno de su mal proceder, y mejoren su conducta y sus obras.» (Jeremías 18, 11)
Estoy preparando a los que te van a asaltar con hacha en mano, echarán abajo tus cedros más hermosos para tirarlos al fuego. (Jeremías 22, 7)
En cuanto a mí, estoy en sus manos, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo. (Jeremías 26, 14)
Yo estoy contigo para salvarte. Reduciré a la nada a todas las naciones por donde te disperse; pero a ti no te aniquilaré, sino que te corregiré como es debido, ya que no te dejaré sin castigo. (Jeremías 30, 11)
Si bien me he descarriado, ahora me arrepiento, me doy cuenta y me golpeo el pecho. Estoy avergonzado y confundido, pues pesa sobre mí mi infame juventud.» (Jeremías 31, 19)
Jeremías mandó decirle a Baruc: «Estoy detenido y no puedo ir a la Casa de Yavé, (Jeremías 36, 5)
Si ustedes quieren vivir tranquilamente en esta tierra, yo los edificaré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré más, pues estoy arrepentido del mal que les he hecho. (Jeremías 42, 10)
No teman al rey de Babilonia, que tanto susto les causa; no lo teman, dice Yavé, pues estoy con ustedes para salvarlos y para librarlos de sus manos. (Jeremías 42, 11)