Talált 333 Eredmények: derechos de las mujeres

  • Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Penena. Penena tenía hijos, pero Ana no tenía. (1 Samuel 1, 2)

  • Helí era ya muy anciano y supo todo lo que sus hijos hacían con la gente del pueblo y cómo dormían con las mujeres que velaban ante la Tienda de las Citas. (1 Samuel 2, 22)

  • Escucha, sin embargo, su petición y les dirás cuáles son los derechos del rey que los va a gobernar.» (1 Samuel 8, 9)

  • Samuel dio a conocer al pueblo los derechos y deberes de los reyes y los escribió en un libro que guardó delante de Yavé. (1 Samuel 10, 25)

  • Ahora, vete y castiga a Amalec; tú lo declararás anatema con todo lo que le pertenece. No le tendrás compasión, sino que matarás a todos, hombres y mujeres, jóvenes y niños, bueyes y ovejas, camellos y burros.» (1 Samuel 15, 3)

  • Todo el pueblo lo quería, incluso los oficiales de Saúl. Cuando David volvió con el pueblo después de haber derrotado al filisteo, las mujeres salieron de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl, con tambores y arpas y con gritos de alegría. (1 Samuel 18, 6)

  • Las mujeres cantaban: «Saúl mató a mil, y David a diez mil.» (1 Samuel 18, 7)

  • El sacerdote le contestó: «No tengo a mano pan ordinario. El único que hay es pan consagrado, con tal que tus hombres no hayan tenido relaciones con mujeres.» (1 Samuel 21, 5)

  • Después de esto, Saúl pasó a cuchillo a Nob, la ciudad de los sacerdotes, matando a hombres y mujeres, jóvenes y niños, bueyes, burros y ovejas. (1 Samuel 22, 19)

  • llevándose las mujeres y toda la población. No habían matado a nadie, sino que los habían llevado cautivos. (1 Samuel 30, 2)

  • Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, vieron que había sido incendiada y que habían desaparecido sus mujeres y sus hijos. (1 Samuel 30, 3)

  • ¡No lo publiquen en Gat, no lo anuncien en las calles de Ascalón, para que no se alegren las mujeres filisteas ni se regocijen las hijas de los infieles! (2 Samuel 1, 20)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina