Talált 333 Eredmények: derechos de las mujeres

  • Las mujeres embarazadas y las que están impuras por sus reglas comen los sacrificios de ellos. Conociendo, pues, por todas estas cosas que no son dioses, no tienen que temerlos. (Baruc 6, 28)

  • Mas ¿por qué los llaman dioses? Las mujeres presentan dones a esos dioses de plata, de oro y de madera; (Baruc 6, 29)

  • Con los vestidos que quitan a sus ídolos visten a sus mujeres y a sus hijos. Y aunque a los ídolos se les haga algún bien, no pueden premiar o castigar en ningún caso. No pueden poner a un rey ni quitarlo. (Baruc 6, 32)

  • Las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos quemando afrechillo, como si fuera incienso. (Baruc 6, 42)

  • Me llevó entonces a la entrada de la puerta del Templo de Yavé que está al lado norte y vi allí mujeres que estaban sentadas llorándole a Tamuz. (Ezequiel 8, 14)

  • Viejos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres, mátenlos hasta acabar con ellos. Pero no tocarán a los que tienen la cruz. Comenzarán por mi Santuario". Comienzan pues con la gente que se encontraba delante del Templo. (Ezequiel 9, 6)

  • Quedan, sin embargo, supervivientes, los cuales están saliendo y serán traídos hasta aquí, hombres y mujeres. Cuando sepan de su conducta y de sus obras, (Ezequiel 14, 22)

  • Te prostituías, pero era al revés de las otras mujeres: nadie corría detrás de ti sino que tú pagabas y nadie te pagaba. Realmente no eras como las demás. (Ezequiel 16, 34)

  • Te aplicaré la sentencia de las mujeres adúlteras y criminales; te entregaré a la cólera y a la indignación. (Ezequiel 16, 38)

  • Condenarán tus hijas - tus ciudades - a la hoguera en presencia de todas las demás mujeres; así haré que no puedas más prostituirte ni pagarte amantes. (Ezequiel 16, 41)

  • Los propietarios se dedican a la violencia, cometen robos, maltratan al pobre y al indigente y le niegan sus derechos al forastero. (Ezequiel 22, 29)

  • "Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre. (Ezequiel 23, 2)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina