Talált 218 Eredmények: culto a ídolos

  • Sus ídolos no son más que oro y plata, una obra de la mano del hombre. (Salmos 115, 4)

  • De oro y plata son los ídolos de las naciones, obra de las manos de los hombres, (Salmos 135, 15)

  • Todas las naciones paganas acataron el decreto del rey y, en Israel mismo, muchos aceptaron este culto. Sacrificaron a los ídolos y ya no respetaron el Sábado. (1 Macabeos 1, 43)

  • sino que debían dedicarse altares, recintos sagrados y templos a los ídolos. Tenían que sacrificar cerdos y animales impuros (1 Macabeos 1, 47)

  • Abrieron el Libro de la Ley para encontrar en él una respuesta a sus preguntas, lo mismo que los paganos consultaban a las imágenes de sus ídolos. (1 Macabeos 3, 48)

  • Regalo la ciudad de Tolemaida y su territorio al Templo de Jerusalén para cubrir los gastos del culto. (1 Macabeos 10, 39)

  • Remito, además, las cinco mil monedas de plata que cada año se cobraban de los tributos del Templo, y se las doy a los sacerdotes que están a cargo del culto. Todo aquel que por deudas con los impuestos reales o por cualquier otra deuda, (1 Macabeos 10, 42)

  • Simón se reconcilió con ellos y no los trató con el rigor de la guerra; pero los echó de la ciudad y purificó los edificios en que había habido ídolos, y luego entró en ella cantando himnos y acciones de gracias al Señor. (1 Macabeos 13, 47)

  • Los exhortó, entregándoles la Ley, a que no olvidaran los preceptos de Dios y no se dejaran deslumbrar por los ídolos de oro y plata y todos sus adornos. (2 Macabeos 2, 2)

  • Pues Dios acaba de salvar a todo su pueblo y de devolver a todos la tierra de su herencia; nos ha permitido recuperar su reino y el Templo, y restablecer el culto que se le da en ese Templo, como nos lo tenía ordenado en su Ley. (2 Macabeos 2, 17)

  • Bajo la túnica de cada muerto encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, prohibidos por la Ley a los judíos. Comprendieron entonces por qué habían muerto. (2 Macabeos 12, 40)

  • A los que vivían alocadamente en el mal, los castigaste por medio de sus ídolos abominables. (Sabiduría 12, 23)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina