Talált 218 Eredmények: culto a ídolos

  • Por eso el castigo alcanzará también a los ídolos de las naciones, porque son cosas abominables en el seno de la creación: hacen caer las almas de los hombres y los insensatos se dejan seducir. (Sabiduría 14, 11)

  • La invención de los ídolos fue el comienzo de la perversión; esa invención corrompió la vida. (Sabiduría 14, 12)

  • El talento del artista hizo que aumentara ese culto entre los que no conocían al soberano. (Sabiduría 14, 18)

  • El culto a los dioses, que ni siquiera merecen tal nombre, es el comienzo, la causa y el fin de todo mal. (Sabiduría 14, 27)

  • sabiendo que se apoyan en ídolos sin vida, ¿cómo tendrían miedo de que sus falsos juramentos sean castigados? (Sabiduría 14, 29)

  • Pero con toda justicia serán castigados por dos motivos: primero porque desconocieron a Dios al irse con los ídolos, segundo porque cometieron un fraude, al hacer falsos juramentos menospreciando lo que es sagrado. (Sabiduría 14, 30)

  • Aunque los ídolos sean impotentes, el castigo reservado a los pecadores alcanzará también a los impíos... (Sabiduría 14, 31)

  • Nosotros no nos hemos dejado engañar por una invención mentirosa de los hombres, por esas obras inútiles de los artistas, esos ídolos embadurnados de colores. (Sabiduría 15, 4)

  • Habían adoptado como dioses a ídolos venidos de todas las naciones - imágenes incapaces de ver con sus ojos, respirar con su nariz, oír con sus oídos; que no podían ni tocar con sus dedos ni caminar con sus pies. (Sabiduría 15, 15)

  • Porque tomó el camino recto y convirtió al pueblo: él suprimió los ídolos abominables que eran el origen del pecado. (Sirácides (Eclesiástico) 49, 2)

  • Su país está lleno de caballos y sus carros de guerra son numerosos. Su país está lleno de ídolos, pues se inclinan ante la obra de sus manos, ante la figura que modelaron sus dedos. (Isaías 2, 8)

  • y de los ídolos no quedará nada. (Isaías 2, 18)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina