1. Oración. De David. Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios engañosos.

2. Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto.

3. Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin hallar nada malo en mí; mi boca no claudica

4. al modo de los hombres. La palabra de tus labios he guardado, por las sendas trazadas

5. ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.

6. Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras,

7. haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.

8. Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas

9. de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan.

10. Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la arrogancia en la boca.

11. Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme al suelo.

12. Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida.

13. ¡Levántate, Yahveh, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi alma del impío,

14. de los mortales, con tu mano, Yahveh, de los mortales de este mundo, cuyo lote es la vida! ¡De tus reservas llénales el vientre, que sus hijos se sacien, y dejen las sobras para sus pequeños!

15. Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen.





“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina