pronađen 354 Rezultati za: nuestros

  • Pues cuando seguíamos nuestros bajos instintos, la ley avivaba nuestras pasiones pecaminosas, que producían en nuestro cuerpo frutos de muerte. (Romanos 7, 5)

  • No quiero que olvidéis que nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube, todos atravesaron el mar (I Corintios 10, 1)

  • Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; (I Corintios 15, 3)

  • que nos consuela en todos nuestros sufrimientos para que nosotros podamos consolar a todos los que sufren con el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios. (II Corintios 1, 4)

  • Él nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones el Espíritu como prenda de salvación. (II Corintios 1, 22)

  • Mi carta sois vosotros, carta escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres; (II Corintios 3, 2)

  • Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas, iluminó nuestros corazones para que brille el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. (II Corintios 4, 6)

  • Os envío con ellos a uno de nuestros hermanos, cuya entrega he podido comprobar muchas veces y en diversas ocasiones, y mucho más ahora, por la gran confianza que tiene en vosotros. (II Corintios 8, 22)

  • Sobre esta colecta para nuestros hermanos no hace falta decir más, (II Corintios 9, 1)

  • que se entregó a sí mismo por nuestros pecados para sacarnos de este mundo perverso, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, (Gálatas 1, 4)

  • Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás. (Efesios 2, 3)

  • Por el contrario, fue Dios el que nos eligió y nos confió su evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (I Tesalonicenses 2, 4)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina