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  • Guarden, pues, estas palabras, y confórtense unos a otros. (1º Carta a los Tesalonicenses 4, 18)

  • Debemos dar gracias a Dios en todo tiempo por ustedes, hermanos. Es justo hacerlo, ya que siguen progresando en la fe y crece el amor de cada uno a los hermanos. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 3)

  • No pedimos a nadie un pan que no hubiéramos ganado, sino que trabajamos duramente noche y día hasta cansarnos, para no ser una carga para ninguno. (2º Carta a los Tesalonicenses 3, 8)

  • Pero ahora hemos oído que hay entre ustedes algunos que viven sin control ni regla y no hacen nada, muy ocupados en meterse en todo. (2º Carta a los Tesalonicenses 3, 11)

  • Al partir para Macedonia te rogué que te quedaras en Efeso; debías advertir a algunos que no cambiaran la doctrina (1º Carta a Timoteo 1, 3)

  • Por haberse apartado de esta línea algunos se han enredado en palabrerías inútiles. (1º Carta a Timoteo 1, 6)

  • Conserva la fe y la buena conciencia, no como algunos que se despreocuparon de ella y naufragaron en la fe. (1º Carta a Timoteo 1, 19)

  • El Espíritu nos dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe para seguir espíritus seductores y doctrinas diabólicas. (1º Carta a Timoteo 4, 1)

  • Si alguno enseña en otra forma y no se atiene a las palabras auténticas, que son las de Cristo Jesús, nuestro Señor, y a la enseñanza que honra a Dios, (1º Carta a Timoteo 6, 3)

  • Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Algunos, arrastrados por él, se extraviaron lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sinnúmero de tormentos. (1º Carta a Timoteo 6, 10)

  • Por darle crédito, algunos se han alejado de la fe. La gracia esté con todos ustedes. (1º Carta a Timoteo 6, 21)

  • que se apartaron de la verdad afirmando que la resurrección ya tuvo lugar, con lo que desconciertan la fe de algunos. (2º Carta a Timoteo 2, 18)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina