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  • Abrahán regresó a donde estaban sus muchachos, y juntos emprendieron la marcha hacia Bersebá, donde Abrahán fijó su residencia. (Génesis 22, 19)

  • Jacob se enteró de que su hija Dina había sido deshonrada, pero como sus hijos estaban en el campo con su rebaño, no dijo nada hasta que regresaron. (Génesis 34, 5)

  • Al tercer día, cuando estaban más doloridos, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, agarraron sus espadas, entraron en la ciudad sin peligro y mataron a todos los varones. (Génesis 34, 25)

  • Llamó Jacob a toda su familia y a los que estaban con él y les ordenó: «Arrojen lejos a los dioses extranjeros que tienen con ustedes. Purifíquense y cámbiense la ropa. (Génesis 35, 2)

  • y volviendo donde estaban sus hermanos, les dijo: «El muchacho ya no está. ¿Y qué hago ahora?» (Génesis 37, 30)

  • Bastante tiempo después, murió la esposa de Judá. Terminado el luto, Judá subió con su amigo Jirá de Adulam a Timna, donde estaban esquilando sus ovejas. (Génesis 38, 12)

  • Tomó preso a José y lo metió en la cárcel donde estaban encarcelados los prisioneros del rey. Y José quedó encarcelado. (Génesis 39, 20)

  • Este le confió el cuidado de todos los que estaban en la prisión, y todo lo que se hacía en la prisión, José lo dirigía. (Génesis 39, 22)

  • Una noche, tanto el que preparaba las bebidas, como el panadero principal del rey de Egipto, tuvieron ambos un sueño en la prisión, y cada sueño requería una interpretación. , Cuando José los vino a ver por la mañana, se dio cuenta de que estaban muy preocupados. (Génesis 40, 5)

  • Preguntó entonces a esos oficiales de Faraón que estaban con él en la prisión: «¿Por qué amanecieron con tan mala cara?» (Génesis 40, 7)

  • El les preguntó cómo estaban; les dijo: «¿Está bien el padre de ustedes, aquel anciano de quien me hablaron? ¿Vive todavía?» (Génesis 43, 27)

  • La escasez se hizo más fuerte y no se encontraban alimentos en toda la tierra; Egipto y Canaán estaban agotados por el hambre. (Génesis 47, 13)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina