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  • Después que se fue, llegaron los servidores y vieron que las puertas de la galería alta tenían puesto el cerrojo. Se dijeron: Seguro que está haciendo sus necesidades en la galería fresca. (Jueces 3, 24)

  • Los danitas enviaron a cinco hombres de los suyos, hombres valientes de Sorá y Estaol, para recorrer aquella tierra y explorarla. Les dijeron: «Vayan a explorar el país.» Llegaron a los cerros de Efraím cerca de la casa de Miqueas y pasaron allí la noche. (Jueces 18, 2)

  • Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que los habitantes de ese lugar vivían seguros según las costumbres de los sidonios, tranquilos y confiados; que no había allí quien dañara, que estaban lejos de los sidonios y no tenían relaciones con nadie. (Jueces 18, 7)

  • De allí pasaron a los cerros de Efraím y llegaron a la casa de Miqueas. (Jueces 18, 13)

  • Pasaron, pues, de largo y continuaron su marcha. A la puesta del sol llegaron frente a Guibea de Benjamín. (Jueces 19, 14)

  • Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de su campamento y tomaron posiciones en Baal-Tamar, mientras que los de ellos que se habían emboscado salieron desde sus puestos al oeste de Guibea. Así llegaron frente a Guibea (Jueces 20, 33)

  • Y continuando el camino llegaron las dos a Belén. Todo la gente se impresionó al verlas llegar. (Rut 1, 19)

  • Así fue como Noemí, acompañada de Rut, su nuera moabita, regresó de Moab. Y justo cuando llegaron a Belén estaba comenzando la cosecha de la cebada. (Rut 1, 22)

  • Cuando llegaron al territorio de Suf, dijo Saúl al muchacho que lo acompañaba: «Volvamos, no sea que mi padre esté más preocupado de nosotros que de las burras.» (1 Samuel 9, 5)

  • Llegaron los mensajeros a Guibea, donde vivía Saúl, y contaron estas cosas al pueblo, y todos se pusieron a gritar y a llorar. (1 Samuel 11, 4)

  • Los muchachos de David llegaron donde Nabal, le repitieron estas palabras de David y se quedaron esperando. (1 Samuel 25, 9)

  • Llegaron éstos a Carmelo, a casa de ella, y le dijeron: «David nos envía para proponerte que seas su esposa.» (1 Samuel 25, 40)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina