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  • Es fácil ver que si Dios prometió a Abrahán, o más bien a su descendiente, que el mundo le pertenecería, esto no tiene nada que ver con la Ley, sino con la manera de ser justo propia del creyente. (Carta a los Romanos 4, 13)

  • Si debiéramos cumplir la Ley para conseguir la promesa, la fe ya no tendría sentido y la promesa también se quedaría en nada. (Carta a los Romanos 4, 14)

  • Pues la Ley solamente trae castigos: Ley y transgresión van juntas. (Carta a los Romanos 4, 15)

  • Por eso la fe es el camino, y todo es don. De este modo la promesa de Abrahán queda asegurada para toda su raza, no sólo para sus hijos según la Ley, sino también para aquellos que por la fe son hijos suyos. (Carta a los Romanos 4, 16)

  • No había Ley todavía, pero el pecado ya estaba en el mundo. Mientras no había Ley, nadie podía ser tenido por rebelde, pero no obstante el pecado estaba en el mundo. (Carta a los Romanos 5, 13)

  • Al sobrevenir la Ley, el pecado tuvo más auge, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. (Carta a los Romanos 5, 20)

  • El pecado ya no los volverá a dominar, pues no están bajo la Ley, sino bajo la gracia. (Carta a los Romanos 6, 14)

  • Díganme: el hecho de que ya no estemos bajo la Ley sino bajo la gracia, ¿nos autoriza a pecar? Claro que no. (Carta a los Romanos 6, 15)

  • Les hablaré, hermanos, como a gente instruida en la Ley. Ustedes saben que la Ley tiene autoridad sobre las personas solamente mientras viven. (Carta a los Romanos 7, 1)

  • La mujer casada, por ejemplo, está ligada por ley a su marido mientras éste vive. En cuanto muere el marido, ya no tiene obligaciones hacia él. (Carta a los Romanos 7, 2)

  • Lo mismo pasa con ustedes, hermanos, pues han muerto a la Ley en la persona de Cristo, y han pasado a pertenecer a otro, al que resucitó de entre los muertos, a fin de que diéramos fruto para Dios. (Carta a los Romanos 7, 4)

  • Cuando no éramos más que «carne», la Ley estimulaba las pasiones propias del pecado, que actuaban en nuestro cuerpo produciendo frutos de muerte. (Carta a los Romanos 7, 5)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina