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  • Enorme fue la prueba que soportó Israel. (1 Macabeos 1, 64)

  • sí, este hombre tenía odio enorme a sus hermanos judíos. (2 Macabeos 5, 23)

  • Además, los habitantes de Jafa cometieron este enorme crimen: con pretexto de agradar a los judíos que vivían entre ellos, la ciudad decidió que harían un paseo, junto con sus mujeres e hijos, en unas naves que tenían preparadas. (2 Macabeos 12, 3)

  • Por esto la Muerte ensancha su garganta y abre su enorme hocico, allí baja el esplendor de Sión: con toda la bulla de su gente alegre. (Isaías 5, 14)

  • Tenemos noticias del orgullo de Moab, de ese orgullo enorme, de su vanidad, soberbia y petulancia, de sus palabrerías que no llevan a ninguna parte. (Isaías 16, 6)

  • ¡Todos tus amantes te olvidaron, ya no se interesan por ti! Sí, yo te he herido como hiere el enemigo, con un golpe seco, por tu enorme culpa y por tus numerosos pecados. (Jeremías 30, 14)

  • ¿Por qué te quejas de tus heridas, y por qué tu dolor no se puede calmar? Por tu enorme culpa, por tus numerosos pecados te he hecho esto. (Jeremías 30, 15)

  • Oí el batir de las alas de los seres unas contra otras, oí también el ruido de las ruedas: todo era un enorme estruendo. (Ezequiel 3, 13)

  • Porque esto dice Yavé: Haré venir del Norte contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el rey de reyes. Llegará con caballos, carros y caballeros, con una coalición de pueblos, y un enorme ejército. (Ezequiel 26, 7)

  • Tú veías una estatua enorme, de extraordinario brillo y aspecto terrible, que se levantaba delante de ti. (Daniel 2, 31)

  • Estaba yo pensando, y en esto vino de occidente un macho cabrío como sobrevolando la tierra entera sin tocar el suelo, que tenía un cuerno enorme entre los ojos. (Daniel 8, 5)

  • Ha llegado la hora de rendir cuentas; ha llegado la hora del desquite: ¡que todo Israel lo sepa! Los profetas serán como locos y los inspirados ya no sabrán qué decir, pues, así como fue grande tu pecado, enorme será tu desastre. (Oseas 9, 7)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina