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  • Pero no comerán el camello que rumia y no tiene dividida la pezuña, sino que será para ustedes impuro. (Levítico 11, 4)

  • Ustedes no comerán su carne y tampoco tocarán su cadáver: serán impuros para ustedes. (Levítico 11, 8)

  • Estos son los que hay en el agua y que pueden comer. Ustedes comerán los que tienen aletas y escamas bien vivan en el mar o en los ríos.10 Pero ustedes tendrán asco a los bichos y los animales que viven en el mar o en los ríos, y que no tienen aletas ni escamas. (Levítico 11, 9)

  • Ustedes les tendrán asco, no comerán de su carne y tendrán sus cadáveres por inmundos. (Levítico 11, 11)

  • Estas son las aves que tendrán por impuras y que no comerán por ser inmundas: (Levítico 11, 13)

  • No comerán aquellos que caminan sobre su vientre o que se arrastran por el suelo sobre cuatro patas o sobre muchas patas; ustedes los tendrán por inmundos. (Levítico 11, 42)

  • Porque la sangre de todo ser viviente es su misma alma. Por eso mandé a los hijos de Israel: «No comerán la sangre de ningún animal, pues la sangre es su alma misma.» El que la coma será eliminado. (Levítico 17, 14)

  • Ustedes comerán de la víctima el mismo día que la inmolen y al día siguiente, y lo que sobre hasta el tercer día será quemado. (Levítico 19, 6)

  • No comerán animal muerto o destrozado, pues con él se harían impuros: ¡yo soy Yavé! (Levítico 22, 8)

  • Pero si un sacerdote adquiere un esclavo comprándolo, éste podrá comer de las cosas sagradas y también los que han nacido en su casa comerán de su alimento. (Levítico 22, 11)

  • Comerán la víctima en el mismo día y no dejarán nada para el día siguiente: ¡yo soy Yavé! (Levítico 22, 30)

  • El quince del mismo mes es la fiesta de los ázimos en honor a Yavé: durante siete días comerán panes sin levadura. (Levítico 23, 6)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina