Levítico, 13
34. Al séptimo día el sacerdote lo examinará y si no se ha extendido la llaga por la piel, ni aparece más hundida que la piel, le declarará puro; lavará sus vestidos y quedará puro.
34. Al séptimo día el sacerdote lo examinará y si no se ha extendido la llaga por la piel, ni aparece más hundida que la piel, le declarará puro; lavará sus vestidos y quedará puro.
Levítico 13 trata sobre cómo identificar y tratar con la lepra, una enfermedad contagiosa que se temía y se consideraba impura en ese momento. El capítulo detalla los síntomas y características de la lepra, así como las medidas que se tomarán para tratarlo. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Levítico 13:
Números 12:10: "Y la nube se retiró de la tienda, y he aquí, Miriam se volvió leprosa, blanca como la nieve; y Aaron miró a Miriam, y he aquí, él era leproso". Este versículo describe el momento en que Miriam, hermana de Moisés, estaba afectada por la lepra como castigo por hablar mal de Moisés. Esto muestra cómo se temía y se vio como un castigo divino en ese momento.
2 Reyes 5:1: "Naamán, comandante del rey del rey de Siria, era un hombre importante a los ojos de su Señor y muy respetado, porque a través de él el Señor había dado la victoria a Siria. Era valiente pero lepurador. " Este versículo destaca la importancia social y militar de Naamán, a pesar de su lepra, y cómo la enfermedad no discriminó entre las personas.
Lucas 17:12-13: "¡Al entrar en un pueblo, diez leprosos fueron a él, gritando: 'Jesús, maestro, tiene piedad de nosotros!'" Este versículo narra el encuentro de Jesús con un grupo de leprosos que suplican por su curación, lo que demuestra que la enfermedad se consideraba incurable en ese momento y que la curación se veía como un milagro.
Marcos 1:40-42: "Un leproso vino a Jesús, suplicando con sus rodillas, '¡Si quieres, puedes purificarme!" Jesús lo comprasó, extendió su mano, lo tocó y dijo: "Quiero. ¡Se purifica!" En el mismo momento, la lepra lo dejó, y fue purificado ". Este versículo también destaca la capacidad de Jesús para curar la lepra, que se consideraba incurable en ese momento.
Juan 9:1-3: "Caminando, Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos preguntaron: 'Maestro, ¿quién pecó, este hombre o sus padres, nacer?" "Ni él ni sus padres pecaron", dijo Jesús, "pero esto sucedió que manifestó la obra de Dios". Aunque este versículo no se refiere directamente a la lepra, sugiere que la enfermedad no era necesariamente un castigo. Divino por los pecados cometidos , pero podría tener otras causas y propósitos.
“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina