Salmos, 35
19. ¡Que no canten victoria mis enemigos traicioneros, ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
19. ¡Que no canten victoria mis enemigos traicioneros, ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
El Salmo 35 es una oración de David pidiendo ayuda y protección contra sus enemigos. Él llama a la justicia divina y expresa su confianza en que Dios intervendrá a su favor. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este salmo:
Salmo 7:9: "Que se termine el mal de los malvados, pero los justos se establecen, para ti, oh Dios justo, sondea la mente y el corazón". Este versículo se relaciona con el tema del Salmo 35, que es la búsqueda de justicia contra los enemigos. David grita que la maldad de los malvados terminará y los justos se establecen.
Salmo 10:15: "Rompe el brazo de los malvados y los malvados, pide relatos de su maldad hasta que no sea de nada". Este versículo también se relaciona con la búsqueda de la justicia contra los enemigos. David le pide a Dios que intervenga y rompa el brazo de los malvados, es decir, derrota a sus enemigos.
Salmo 18:2: "El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi liberador; mi Dios es mi roca, en quien me refugio. Él es mi escudo y el poder que me salva, mi torre". Este versículo se relaciona con el tema de la protección contra los enemigos. David confía en Dios como su roca, fortaleza y liberadora, y se refugia en él en tiempos de peligro.
Salmo 31:15: "Mis tiempos están en tus manos; sácame de las manos de mis enemigos y los que me persiguen". Este versículo también se relaciona con el tema de la protección contra los enemigos. David reconoce que sus tiempos están en manos de Dios y pide ser liberado de las manos de sus enemigos y perseguidores.
Salmo 40:14: "Aquellos que buscan tomar mi vida ser humillados y frustrados; Este versículo se relaciona con el tema de pedir ayuda contra los enemigos. David le pide a sus enemigos que sean humillados y frustrados en sus planes contra él, y que regresen con vergüenza.
“Aquele que procura a vaidade das roupas não conseguirá jamais se revestir com a vida de Jesus Cristo.” São Padre Pio de Pietrelcina