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  • No os cortaréis en redondo el pelo de vuestra cabeza ni os afeitaréis los bordes de la barba. (Levítico 19, 27)

  • Si un extranjero se establece en vuestra tierra, en medio de vosotros, no lo molestaréis; (Levítico 19, 33)

  • No ofreceréis al Señor animal que tenga los testículos aplastados, hundidos, cortados o arrancados; tales ofrendas no las haréis en vuestra tierra, (Levítico 22, 24)

  • "Di a los israelitas: Cuando hayáis entrado en la tierra que os doy y hagáis la recolección, llevaréis al sacerdote la primera gavilla de vuestra cosecha. (Levítico 23, 10)

  • Llevaréis de vuestra casa, para ofrecerlos con el rito de presentación, dos panes de ocho kilos de flor de harina cocidos con levadura. Son las primicias para el Señor. (Levítico 23, 17)

  • Podréis adquirirlos también entre los extranjeros que viven en medio de vosotros, entre sus familias y entre los hijos que hayan tenido en vuestra tierra; éstos serán vuestra propiedad (Levítico 25, 45)

  • "No os hagáis ídolos, no os alcéis estatuas o estelas ni pongáis en vuestra tierra piedras esculpidas para postraros ante ellas, porque yo soy el Señor, vuestro Dios. (Levítico 26, 1)

  • la trilla se prolongará hasta la vendimia y la vendimia hasta la siembra; comeréis vuestro pan a saciedad y viviréis seguros en vuestra tierra. (Levítico 26, 5)

  • haré pedazos vuestra fuerza orgullosa, haré vuestro cielo duro como el hierro y vuestra tierra dura como el bronce. (Levítico 26, 19)

  • Se empleará en vano vuestra fuerza, pues la tierra no producirá nada y los árboles del campo no darán sus frutos. (Levítico 26, 20)

  • A vosotros os dispersaré entre las naciones y os perseguiré con la espada desenvainada. Vuestra tierra será una desolación y vuestras ciudades un montón de ruinas. (Levítico 26, 33)

  • Durante cuarenta años sufriréis el peso de vuestra iniquidad, correspondiente a los cuarenta días que empleasteis en la exploración de la tierra: un año por día. Entonces sabréis lo que significa haberos alejado de mí. (Números 14, 34)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina