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Ahora bien, olvidemos todo lo que nos deben, devolvámosles inmediatamente sus campos, viñas y olivares, y anulemos las deudas en dinero, trigo, vino y aceite.» (Nehemías 5, 11)
Además me dediqué a trabajar en la reconstrucción de la muralla y no a comprar campos; y toda mi gente estuvo ahí ayudando. (Nehemías 5, 16)
Si la gente del país trae en día sábado mercancías o cualquier otra clase de alimentos para vender, nada les compraremos en día sábado, ni en ningún otro día sagrado de fiesta. El año séptimo dejaremos sin cultivar nuestros campos y perdonaremos todo lo que se nos deba. (Nehemías 10, 32)
Traeremos todos los años las primicias de nuestros campos y de nuestros frutos a la Casa de Yavé, también nuestros hijos primogénitos y los primeros nacidos de nuestros animales, conforme a lo escrito en la Ley, (Nehemías 10, 36)
El resto de los israelitas, de los sacerdotes y levitas se estableció en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad y en los poblados situados en los campos. Parte de los hijos de Judá habitaban en Quiryat-Arbá y sus aldeas dependientes, en Dibón y sus aldeas dependientes, en Jecabseel y sus poblados, (Nehemías 11, 25)
Supe también que ya no entregaban las raciones a los levitas, y a causa de ello, los levitas y cantores encargados de las ceremonias se habían ido a sus campos. (Nehemías 13, 10)
en el tiempo de la siega del trigo bajó a la llanura de Damasco, incendió sus campos, dispersó sus ovejas y bueyes y mató a cuchillo a todos los jóvenes. (Judit 2, 27)
Nuestras granjas, nuestro territorio, nuestros campos de trigo, nuestras ovejas, bueyes y sus apriscos, están a tu disposición. Haz con ello lo que quieras. (Judit 3, 3)
Ocuparon las alturas de las montañas, fortificaron los pueblos e hicieron provisiones para sostener la guerra, ya que habían terminado de segar sus campos. (Judit 4, 5)
De ese clamor nacía, como de un pequeño manantial, un río inmenso que desbordaba los campos. (Ester 11, 9)
A él, que derrama la lluvia sobre la tierra y envía las aguas a los campos. (Job 5, 10)
No más piedras en tus campos: la tierra te servirá, y las bestias salvajes no te atacarán. (Job 5, 23)