1. Transcurridos los tres días de ayuno y oraciones, Ester se quitó sus ropas de penitente y se vistió con un traje de gala.

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2. Estando así deslumbrante de belleza, invocó a Dios, que cuida de todos y los salva.

2. «Acuérdate, le mandó a decir, de cuando eras pequeña y recibías el alimento de mi mano. Porque Amán, el segundo después del rey, ha sentenciado nuestra muerte.

3. Luego salió acompañada de dos de sus damas: una la sostenía suavemente, pues estaba tan débil que apenas podía tenerse en pie;

3. Ora al Señor, habla al rey en favor nuestro y libranos de la muerte.»

4. la otra la seguía llevándole la cola de su vestido para que no se arrastrara.

4. Al tercer día, y una vez acabada su oración, se despojó de sus vestidos de orante y se revistió de reina.

5. Ester iba extraordinariamente bonita; su rostro sonrosado irradiaba ternura, pero su corazón se estremecía de miedo.

5. Recobrada su espléndida belleza, invocó a Dios, que vela sobre todos y los salva, y tomando a dos siervas,

6. Después de haber pasado por todas las puertas, se encontró en presencia del rey.

6. se apoyó blandamente en una de ellas,

7. Estaba éste sentado en su trono real, aparecía muy respetable, revestido de los ornamentos con que se presentaba en público y resplandeciente de oro y piedras preciosas. Levantando sus ojos, que impresionaban por su seriedad, los fijó en Ester, muy enojado.

7. mientras la otra la seguía alzando el ruedo del vestido.

8. Al verlo, la reina palideció y, recostando su cabeza en el hombro de su dama, se desmayó. Dios entonces permitió que el corazón del rey se llenara de bondad. Muy asustado, saltó de su asiento y, tomándola en sus brazos para que se reanimara, la consolaba con estas dulces palabras:

8. Iba ella resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de una enamorada, aunque su corazón estaba oprimido por la angustia.

9. «¿Qué tienes, Ester? Yo soy tu hermano;

9. Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del rey; estaba el rey sentado en el trono real, revestido de las vestiduras de las ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto verdaderamente impresionante.

10. quédate tranquila, que no te pasará nada, pues la prohibición no fue hecha para ti. ¡Acércate!»

10. Alzando su rostro, resplandeciente de gloria, lanzó una mirada tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza sobre la sierva que la precedía.

11. Levantando su bastón de oro lo puso sobre el cuello de Ester, y en seguida la abrazó, diciéndole: «Cuéntame, ¿qué quieres?»

11. Mudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura, angustiado se precipitó del trono y la tomó en sus brazos y en tanto ella se recobraba, le dirigía dulces palabras,

12. Ella le respondió: «Al verte, Señor, me pareció que tú eras un ángel de Dios; mi corazón, entonces, se asustó por el miedo que infunde tu poder. Señor, tú eres maravilloso y tu rostro es encantador.»

12. diciendo: «¿Qué ocurre, Ester? Yo soy tu hermano, ten confianza.

13. Y mientras hablaba, volvió a desmayarse. El rey estaba muy preocupado y toda su corte trataba de hacerla volver en sí.

13. No morirás, pues mi mandato alcanza sólo al común de las gentes.

14.

14. Acércate.»

15.

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16.

16. Ella respondió: «Te he visto, señor, como a un ángel de Dios y mi corazón se turbó ante el temor de tu gloria.

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17. Porque eres admirable, señor, y tu rostro está lleno de dignidad.»

18.

18. Y en diciendo esto, se desmayó de nuevo.

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19. El rey se turbó,, y todos sus cortesanos se esforzaron por reanimarla.





“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina