Katolinen Raamattu
 

Eclesiástico, 41

1. ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que goza en paz en medio de sus bienes; para el hombre sin preocupaciones y afortunado en todo, que todavía tiene fuerzas para gozar de los placeres!

Aiheeseen liittyvät säkeet Eclesiástico, 41:

Eclesiástico 41 trata sobre la mortalidad humana y la necesidad de preparación para la muerte. El capítulo advierte sobre la inevitabilidad de la muerte e insta a los lectores a considerar su propia mortalidad y a prepararse para la muerte después de la muerte. Los versos seleccionados a continuación abordan temas como la brevedad de la vida, la sabiduría y la prudencia necesarias para prepararse para la muerte y la importancia de buscar la misericordia de Dios.

Trabajo 14:5: "Dado que sus días ya están marcados, con usted es el número de sus meses; le ha dado límites y fronteras, y no los pasará". Este versículo habla sobre la brevedad de la vida humana y cómo Dios tiene poder durante la duración de nuestras vidas.

Proverbios 22:3: "Prudente percibe el peligro y la búsqueda de refugio; el inexperto sigue y sufre las consecuencias". Este versículo habla sobre la importancia de la sabiduría y la prudencia para prepararse para la muerte y evitar el sufrimiento.

Lucas 12:20: "¡Pero Dios te dijo, loco! Esta noche, te serán necesitarias. Entonces, ¿a quién tendrás lo que preparas?" Este versículo habla sobre la incertidumbre de la vida y la importancia de prepararse para la muerte antes de que sea demasiado tarde.

Salmo 90:12: "Enséñanos a decir nuestros días, que podemos alcanzar el corazón sabio". Este versículo habla sobre la importancia de valorar el tiempo que tenemos en la tierra y preparándonos para la vida después de la muerte.

Eclesiastés 7:1: "La mejor fama es mejor que la mejor pomada y el día de la muerte que el día del nacimiento". Este versículo habla sobre la importancia de prepararse para la muerte y tener una buena reputación, que durará más allá de nuestra vida terrenal.





“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina