Löydetty 362 Tulokset: unos
y dijeron: "Esto es sangre. Sin duda que los reyes se han acuchillado y se han matado unos a otros. Moabitas, ¡al botín!". (II Reyes 3, 23)
Y el rey respondió: "Está bien, anda y lleva una carta mía al rey de Israel". Partió Naamán llevando consigo unos trescientos cuarenta kilos de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de vestidos. (II Reyes 5, 5)
El Señor había hecho oír en el campamento de Siria un estrépito de carros de combate y de caballos, estrépito como de un poderoso ejército, y se habían dicho unos a otros: "El rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y a los reyes de Egipto para atacarnos". (II Reyes 7, 6)
y sucedió que mientras unos hombres estaban enterrando a un muerto, divisaron una banda, echaron al hombre en el sepulcro de Eliseo y escaparon. Apenas aquel hombre tocó los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie. (II Reyes 13, 21)
En su tiempo Pul, rey de Asiria, invadió el país, y Menajén entregó a Pul unos treinta y cuatro mil kilos de plata para que le ayudase a consolidar el poder real en sus manos. (II Reyes 15, 19)
Entonces Ezequías, rey de Judá, envió a Laquis una embajada a decir al rey de Asiria: "He obrado mal. Retírate de aquí y te pagaré el tributo que me impongas". Y el rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, unos diez mil kilos de plata y mil de oro. (II Reyes 18, 14)
Deportó a todo Jerusalén, a todos los magnates y poderosos, unos diez mil, y a todos los herreros y cerrajeros. No dejó más que las gentes pobres. (II Reyes 24, 14)
Se llevó también a todos los ricos, unos siete mil, y a los herreros y cerrajeros, unos mil, todos ellos hombres aptos para la guerra. (II Reyes 24, 16)
La distribución se hizo por suerte entre unos y otros, pues tanto los descendientes de Eleazar como los de Itamar tenían funcionarios sagrados y funcionarios de Dios. (I Crónicas 24, 5)
El grosor de la pila era de veintidós centímetros, y su borde era como el de una copa en forma de flor de loto; cabían unos ciento treinta y cinco mil litros. (II Crónicas 4, 5)
Jirán, por medio de sus servidores, le había enviado navíos y marineros expertos en las cosas del mar, que con los siervos de Salomón fueron a Ofir y trajeron unos dieciséis mil kilos de oro para el rey Salomón. (II Crónicas 8, 18)
El peso del oro que el rey Salomón recibía cada año era de unos veintitrés mil kilos, (II Crónicas 9, 13)