Löydetty 602 Tulokset: sino

  • ¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, no me gusta ya la tierra. (Salmos 73, 25)

  • No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu amor y tu fidelidad. (Salmos 115, 1)

  • Judas llegó al torrente, dispuso a lo largo de él a los escribas del pueblo y les ordenó: "No permitáis que nadie se pare, sino que todos vayan a luchar". (I Macabeos 5, 42)

  • Llegaron a Efrón, ciudad importante y bien fortificada, situada en el camino. No era posible desviarse ni a derecha ni a izquierda, sino que había que atravesarla. (I Macabeos 5, 46)

  • Y no sólo han puesto su mano sobre nosotros, sino también sobre los países limítrofes. (I Macabeos 6, 25)

  • Demetrio le contestó: "Por ti y por tu pueblo no sólo haré esto, sino que os colmaré de honores en cuanto tenga ocasión propicia. (I Macabeos 11, 42)

  • se olvidó de las promesas hechas, volvió las espaldas a Jonatán y no le reconoció los servicios prestados, sino que comenzó a maltratarlo de mil modos. (I Macabeos 11, 53)

  • "No nos trates según nuestra maldad, sino según tu clemencia". (I Macabeos 13, 46)

  • Simón le respondió: "No hemos ocupado tierra extranjera ni retenemos nada de nadie, sino la herencia de nuestros padres, que en un tiempo injustamente nos fue arrebatada por nuestros enemigos. (I Macabeos 15, 33)

  • Al cabo de muchos años, cuando Dios quiso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que lo habían escondido en busca del fuego. Según ellos nos dijeron, no encontraron fuego, sino un agua muy espesa, y mandó que se la llevaran. (II Macabeos 1, 20)

  • no para acusar a los suyos, sino por el interés general y particular de todo el pueblo, (II Macabeos 4, 5)

  • que los sacerdotes no se ocupaban del servicio del altar, sino que despreciaban el templo, no se preocupaban de los sacrificios y se afanaban en tomar parte del injusto premio en la palestra con el lanzamiento del disco. (II Macabeos 4, 14)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina