Löydetty 300 Tulokset: familia de Manasés

  • Josué hizo acercarse a la familia de Zabdí por individuos, y fue señalado por suerte Acán, hijo de Carmí, hijo de Zabdí, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá. (Josué 7, 18)

  • Moisés, siervo del Señor, los derrotó y dio su territorio en propiedad a los rubenitas, los gaditas y a la mitad de la tribu de Manasés. (Josué 12, 6)

  • Ha llegado el momento de repartir esta tierra entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés". (Josué 13, 7)

  • Las tribus de Rubén y de Gad y la otra media tribu de Manasés ya recibieron su parte, la que les dio Moisés en Transjordania, cuando se la distribuyó Moisés, el siervo del Señor: (Josué 13, 8)

  • Moisés dio también a la media tribu de Manasés una parte, según sus clanes. (Josué 13, 29)

  • La mitad de Galaad, Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og, en Basán, fueron dadas a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, a la mitad de los hijos de Maquir, según sus clanes. (Josué 13, 31)

  • Esto es lo que recibieron en heredad los israelitas en la tierra de Canaán, lo que les asignaron el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de Israel. (Josué 14, 1)

  • Los hijos de José formaban dos tribus: Manasés y Efraín. No se dio parte alguna a los levitas en la tierra, sino solamente algunas ciudades para habitar, y pastos para sus ganados y rebaños. (Josué 14, 4)

  • Tal era la heredad de los hijos de José: Manasés y Efraín. (Josué 16, 4)

  • aparte de las ciudades reservadas a Efraín en la heredad de Manasés; todas las ciudades y sus aldeas. (Josué 16, 9)

  • Éste es el territorio que tocó en suerte a la tribu de Manasés, el primogénito de José. A Maquir, primogénito de Manasés y padre de Galaad, hombre de guerra, le cayó en suerte Galaad y Basán. (Josué 17, 1)

  • Se les dio también una parte a los demás hijos de Manasés, por clanes: los hijos de Abiezer, los de Jélec, los de Asriel, los de Siquén, los de Jéfer, los de Semidá; tales eran los hijos varones de Manasés, por clanes. (Josué 17, 2)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina