Löydetty 1955 Tulokset: ellos

  • Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede. (Colosenses 4, 9)

  • Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, (I Tesalonicenses 1, 9)

  • Porque vosotros, hermanos, habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea, en Cristo Jesús, pues también vosotros habéis sufrido de vuestros compatriotas las mismas cosas que ellos de parte de los judíos; (I Tesalonicenses 2, 14)

  • impidiéndonos predicar a los gentiles para que se salven; así van colmando constantemente la medida de sus pecados; pero la Cólera irrumpe sobre ellos con vehemencia. (I Tesalonicenses 2, 16)

  • Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. (I Tesalonicenses 4, 17)

  • Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán. (I Tesalonicenses 5, 3)

  • Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo. (I Timoteo 1, 15)

  • Ya sabes tú que todos los de Asia me han abandonado, y entre ellos Figelo y Hermógenes. (II Timoteo 1, 15)

  • Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna. (II Timoteo 2, 10)

  • que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia. Guárdate también de ellos. (II Timoteo 3, 5)

  • Uno de ellos, profeta suyo, dijo: «Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.» (Tito 1, 12)

  • Ellos perecerán, mas tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; (Hebreos 1, 11)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina