Löydetty 94 Tulokset: quienes

  • ¡Que ella recaiga sobre Joab y sobre toda la casa de su padre! ¡Que nunca falten en la casa de Joab quienes padezcan de blenorrea y de lepra, ni afeminados, ni muertos por la espada, ni hambrientos!". (II Samuel 3, 29)

  • Enton-ces David convocó a los gabaonitas y les habló. Ellos no pertenecían a Israel, sino que eran un resto de los amorreos, con quienes los israelitas se habían comprometido mediante un juramento. Sin embargo, Saúl había intentado eliminarlos, en su celo por Israel y Judá. (II Samuel 21, 2)

  • Jehú se encontró con los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y dijo: "¿Quiénes son ustedes?". "Somos los hermanos de Ocozías, le respondieron, y bajamos a saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre". (II Reyes 10, 13)

  • Y tú, Esdras, con esa sabiduría de tu Dios que reside en ti, designa jueces y magistrados, para hacer justicia a todo el pueblo que está del otro lado del Éufrates, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios. Y enseña esa Ley a quienes no la conocen. (Esdras 7, 25)

  • Al fin de cuentas, ¿quiénes son ustedes para tentar así a Dios y usurpar su lugar entre los hombres? (Judit 8, 12)

  • Así, con frecuencia, muchos de los que están constituidos en autoridad, bajo la presión de ciertos amigos a quienes habían confiado la administración de los asuntos de estado, se han hecho cómplices del asesinato de inocentes y se han visto envueltos en males irremediables, (Ester 16, 5)

  • y les prestarán la ayuda necesaria para defenderse de quienes los ataquen en el momento de la persecución, ese mismo día trece del duodécimo mes llamado de Adar. (Ester 16, 20)

  • Pero ellos no pertenecían a la estirpe de aquellos hombres a quienes estaba confiada la salvación de Israel. (I Macabeos 5, 62)

  • Averigua, y sabrás quién soy yo y quiénes son los que nos ayudan: ellos dicen que ustedes no pueden resistirnos, ya que dos veces fueron derrotados tus padres en su propio país. (I Macabeos 10, 72)

  • los sacerdotes, postrados ante el altar con sus ornamentos sagrados, suplicaban al Cielo, que había dictado la ley sobre los bienes en depósito, rogándole que los conservara intactos para quienes los habían depositado. (II Macabeos 3, 15)

  • El miedo y el temblor estremecían todo su cuerpo, descubriendo a quienes lo observaban el sufrimiento de su corazón. (II Macabeos 3, 17)

  • a quienes lo condenan todo les va bien y serán bendecidos con la felicidad. (Proverbios 24, 25)


“Procuremos servir ao Senhor com todo o coração e com toda a vontade. Ele nos dará sempre mais do que merecemos.” São Padre Pio de Pietrelcina