Löydetty 169 Tulokset: ganado

  • Ellos, con sus mujeres y sus hijos, su ganado, y todos los que residían con ellos, sus mercenarios y esclavos, se vistieron con sayales. (Judit 4, 10)

  • ¡Por la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y por el poder de él, que te envió para poner en orden a todos los vivientes! Gracias a ti, no sólo lo sirven los hombres, sino que también, gracias a tu fuerza, las fieras, el ganado y las aves del cielo vivirán sometidos a Nabucodonosor y a toda su dinastía. (Judit 11, 7)

  • Porque son mías todas las fieras de la selva, y también el ganado de las montañas más altas. (Salmos 50, 10)

  • desató la peste contra el ganado y la fiebre contra los rebaños. (Salmos 78, 48)

  • Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan (Salmos 104, 14)

  • él los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que les faltara el ganado. (Salmos 107, 38)

  • dispensa su alimento al ganado, y a los pichones de cuervo que claman a él. (Salmos 147, 9)

  • Sus hombres tomaron prisioneros a las mujeres y a los niños y se adueñaron del ganado. (I Macabeos 1, 32)

  • Así fueron atacados en pleno sábado, y perecieron los hombres con sus mujeres, sus hijos y el ganado. Eran en total unas mil personas. (I Macabeos 2, 38)

  • A todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte de mi reino, le concedo la libertad gratuitamente, y ninguno estará obligado a pagar impuestos, ni siquiera los del ganado. (I Macabeos 10, 33)

  • Nosotros, por nuestra parte, les escribimos: El ganado y todos los bienes de ustedes son nuestros, y los nuestros son de ustedes. En consecuencia, ordenamos que se les envíe un mensaje para comunicarles esto". (I Macabeos 12, 23)

  • Se entabló una lucha encarnizada, y las tropas de Judas obtuvieron la victoria, gracias al auxilio de Dios. Los nómadas, derrotados, pidieron la paz a Judas, comprometiéndose a darles ganado y a ayudarlos en lo sucesivo. (II Macabeos 12, 11)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina