Löydetty 91 Tulokset: sacerdocio real

  • Estaba éste sentado en su trono real, aparecía muy respetable, revestido de los ornamentos con que se presentaba en público y resplandeciente de oro y piedras preciosas. Levantando sus ojos, que impresionaban por su seriedad, los fijó en Ester, muy enojado. (Ester 15, 10)

  • Escoltadas de alegría y júbilo, van entrando al palacio real. (Salmos 45, 16)

  • Al que sorprendían con el libro de la Alianza y al que cumplía con los preceptos de la Ley, lo mataban. Pues así lo ordenaba el decreto real. (1 Macabeos 1, 57)

  • Finjas, nuestro padre, por su gran celo, recibió el sacerdocio para él y sus hijos para siempre. (1 Macabeos 2, 54)

  • Dejó, pues, a Lisias, hombre noble y de familia real, encargado de los asuntos del gobierno desde el río Eufrates hasta la frontera de Egipto, (1 Macabeos 3, 32)

  • para decirle: «Hemos detenido a tu hermano Jonatán a causa del dinero que debe al tesoro real por el cargo que desempeñaba. (1 Macabeos 13, 15)

  • El rey Demetrio, por eso, lo confirmó en el sumo sacerdocio, (1 Macabeos 14, 38)

  • y Simón aceptó y le pareció bien ejercer el sumo sacerdocio y ser general y jefe de los judíos y de los sacerdotes y estar al frente de todo. (1 Macabeos 14, 47)

  • Así, provisto del mandato real, regresó sin nada digno de un sumo sacerdote, sino más bien con el furor de un cruel tirano y la rabia de una fiera salvaje. (2 Macabeos 4, 25)

  • por eso yo fui despojado de la dignidad de mis antepasados, el sumo sacerdocio, y vine aquí, (2 Macabeos 14, 7)

  • Ustedes son los representantes de su poder real; ahora bien, si no han juzgado conforme a la justicia, ni han observado su ley, ni procedido según la voluntad de Dios, (Sabiduría 6, 4)

  • tu Palabra omnipotente se lanzó desde lo alto de los cielos, donde está junto a tu trono real, y se precipitó como un guerrero furioso sobre el país condenado al exterminio. Llevaba como espada acerada tu irrevocable decisión; (Sabiduría 18, 15)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina