Löydetty 72 Tulokset: alta

  • Todos lloraban en voz alta, mientras desfilaba la gente. El rey atravesó el torrente Cedrón, y toda la gente pasó al oriente del camino que bordea el desierto. (2 Samuel 15, 23)

  • y se puso de pie para bendecir a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz: (1 Reyes 8, 55)

  • En esos momentos, uno de los arameos disparó una flecha sin saber a quién apuntaba e hirió al rey de Israel entre la parte alta y la parte baja de su coraza. Este dijo al conductor de su carro: «Da la vuelta con las riendas y sácame de aquí, pues no me siento bien.» (1 Reyes 22, 34)

  • sólo que no desaparecieron los santuarios de las lomas, donde el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. El construyó la puerta alta de la Casa de Yavé. (2 Reyes 15, 35)

  • Entonces el general se puso de pie y hablando en alta voz pronunció en judío estas palabras: (2 Reyes 18, 28)

  • Juraron, pues, a Yavé en alta voz, con gritos de júbilo y al son de trompetas y cuernos, (2 Crónicas 15, 14)

  • Los mensajeros gritaban en voz alta, en lengua judía, al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para atemorizarlos y asustarlos y así poder conquistar la ciudad. (2 Crónicas 32, 18)

  • Toda la asamblea respondió en alta voz: (Esdras 10, 12)

  • Después, Malquías, del gremio de los orfebres, reparó hasta la casa de los ayudantes y de los comerciantes, frente a la Puerta de la Mifquad, hasta la cámara alta del ángulo. (Nehemías 3, 31)

  • Y lo que quedaba entre la cámara alta del ángulo y la Puerta de las Ovejas lo repararon los orfebres y los comerciantes. (Nehemías 3, 32)

  • Josué, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Baní y Quenaní se levantaron en la tarima de los levitas y clamaron en alta voz hacia Yavé, su Dios, (Nehemías 9, 4)

  • que en tiempo de Salmanasar, rey de Asiria, fue desterrado de Tisbé, que queda al sur de Cadés de Neftalí, en la alta Galilea, por encima de Jasor, detrás del camino del oeste y al norte de Sefat. (Tobías 1, 2)


“Reze, reze! Quem muito reza se salva e salva os outros. E qual oração pode ser mais bela e mais aceita a Nossa Senhora do que o Rosario?” São Padre Pio de Pietrelcina