Löydetty 86 Tulokset: Asur

  • Es cierto, Yavé, que los reyes de Asur han aniquilado a todas las naciones con sus habitantes. (Isaías 37, 18)

  • Ahora bien, Yavé dice sobre el rey de Asur: «No entrará en esta ciudad, no le tirará ninguna flecha, no la atacará con torres rodantes ni construirá terraplenes contra ella, sino que se volverá por el camino por donde vino.» (Isaías 37, 34)

  • Sí, lo asegura Yavé, mi pueblo bajó, primero, a Egipto para instalarse allí, y después cayó bajo la violenta opresión de Asur. (Isaías 52, 4)

  • ¿Para qué llamas a Egipto?, ¿acaso te sanarán las aguas del Nilo? ¿Y para qué llamas a Asur?, ¿apagarán tu sed las aguas del río? (Jeremías 2, 18)

  • ¿Hasta dónde no correrás? Pero será en vano: como te engañó Asur también te engañará Egipto. (Jeremías 2, 36)

  • Israel era una oveja perdida, perseguida por leones. Primero, el rey de Asur la devoró, y luego, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se comió sus huesos. (Jeremías 50, 17)

  • Por eso, así habla Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel: Estoy listo para castigar al rey de Babilonia y a su país, como ya castigué al rey de Asur. (Jeremías 50, 18)

  • Tendimos a Egipto nuestra mano, y a Asur, para calmar el hambre. (Lamentaciones 5, 6)

  • Ahí están Asur y todo su ejército ( ) masacrado. (Ezequiel 32, 22)

  • Pusieron sus tumbas en el fondo de la morada de los muertos y todo ese ejército rodea la tumba de Asur. Los que sembraban el terror por la tierra de los vivos fueron todos masacrados a espada. (Ezequiel 32, 23)

  • De Egipto acudirán como pájaros, del país de Asur como palomas, y haré que vuelvan a habitar sus casas. Palabra de Yavé. (Oseas 11, 11)

  • Dormidos están tus pastores, ¡oh rey de Asur! Duermen también tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y no hay quien lo reúna. (Nahún 3, 18)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina