31. La Iglesia por entonces gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se edificaba, caminaba con los ojos puestos en el Señor y estaba llena del consuelo del Espíritu Santo.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina