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  • En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, (Efesios 1, 13)

  • si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús (Efesios 4, 21)

  • y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4, 24)

  • Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. (Efesios 4, 25)

  • pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. (Efesios 5, 9)

  • ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, (Efesios 6, 14)

  • a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y acerca de la cual fuisteis ya instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio, (Colosenses 1, 5)

  • que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad: (Colosenses 1, 6)

  • De ahí que también por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes. (I Tesalonicenses 2, 13)

  • y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. (II Tesalonicenses 2, 10)

  • para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad. (II Tesalonicenses 2, 12)

  • Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. (II Tesalonicenses 2, 13)


“O meu passado, Senhor, à Tua misericórdia. O meu Presente, ao Teu amor. O meu futuro, à Tua Providência.” São Padre Pio de Pietrelcina