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Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. (Génesis 28, 12)
Pero he aquí que detrás de aquéllas subían del río otras siete vacas, de mal aspecto y macilentas, las cuales se pararon cabe las otras vacas en la margen del río, (Génesis 41, 3)
Pero he aquí que otras siete vacas subían detrás de aquéllas, de muy ruin y mala catadura y macilentas, que jamás vi como aquéllas en toda la tierra de Egipto, de tan malas. (Génesis 41, 19)
Y las siete vacas macilentas y malas que subían después de aquéllas, son siete años; e igualmente las siete espigas flacas y asolanadas, es que habrá siete años de hambre. (Génesis 41, 27)
Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím; y los israelitas subían donde ella en busca de justicia. (Jueces 4, 5)
Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente: subían contra Israel, (Jueces 6, 3)
porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país para saquearlo. (Jueces 6, 5)
Así sucedía año tras año; cuando subían al templo de Yahveh la mortificaba. Ana lloraba de continuo y no quería comer. (I Samuel 1, 7)
Cuando subían por la cuesta de la ciudad, encontraron a unas muchachas que salían a sacar agua y les preguntaron: «¿Está aquí el vidente?» (I Samuel 9, 11)
Dijo Saúl a los quenitas: «Marchaos, apartaos de los amalecitas, no sea que os haga desaparecer con ellos, pues os portasteis bien con todos los israelitas cuando subían de Egipto»; y los quenitas se apartaron de los amalecitas. (I Samuel 15, 6)
Habiendo oído todo Moab que subían los reyes para hacerles la guerra, convocaron a todos, desde los que empezaban a ceñir espada en adelante, y se apostaron en la frontera. (II Reyes 3, 21)
Las mujeres, ceñidas de saco bajo el pecho, llenaban las calles; de las jóvenes, que estaban recluidas, unas corrían a las puertas, otras subían a los muros, otras se asomaban por las ventanas. (II Macabeos 3, 19)