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  • Luego salió del Santuario otro Angel gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura.» (Apocalipsis 14, 15)

  • Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad y brotó sangre del lagar hasta la altura de los frenos de los caballos en una extensión de 1.600 estadios. (Apocalipsis 14, 20)

  • Luego vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete Angeles, que llevaban siete plagas, las últimas, porque con ellas se consuma el furor de Dios. (Apocalipsis 15, 1)

  • Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de las naciones! (Apocalipsis 15, 3)

  • ¿Quién no temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque han quedado de manifiesto tus justos designios». (Apocalipsis 15, 4)

  • y salieron del Santuario los siete Angeles que llevaban las siete plagas, vestidos de lino puro, resplandeciente, ceñido el talle con cinturones de oro. (Apocalipsis 15, 6)

  • Luego, uno de los cuatro Vivientes entregó a los siete Angeles siete copas de oro llenas del furor de Dios, que vive por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 15, 7)

  • Y el Santuario se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar en el Santuario hasta que se consumaran las siete plagas de los siete Angeles. (Apocalipsis 15, 8)

  • Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.» (Apocalipsis 16, 1)

  • Y oí al Angel de las aguas que decía: «Justo eres tú, "Aquel que es y que era", el Santo, pues has hecho así justicia: (Apocalipsis 16, 5)

  • Y oí al altar que decía: «Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos». (Apocalipsis 16, 7)

  • Y un gran pedrisco, con piedras de casi un talento de peso, cayó del cielo sobre los hombres. No obstante, los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del pedrisco; porque fue ciertamente una plaga muy grande. (Apocalipsis 16, 21)


“Comunguemos com santo temor e com grande amor.” São Padre Pio de Pietrelcina