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  • Entonces clamaron mis humildes, y ellos temieron; clamaron mis débiles y ellos quedaron aterrados; alzaron su voz éstos, y ellos se dieron a la fuga. (Judit 16, 11)

  • a ti clamaron, y salieron salvos, en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos. (Salmos 22, 6)

  • a tu amenaza, oh Dios de Jacob, carro y caballo se quedaron pasmados. (Salmos 76, 7)

  • que fueron exterminados en Endor, quedaron hechos estiércol de la tierra. (Salmos 83, 11)

  • sus enemigos los tiranizaron, bajo su mano quedaron humillados. (Salmos 106, 42)

  • Pero al ver la gran muchedumbre de los enemigos, les entró mucho miedo y muchos escaparon del campamento; no quedaron más que ochocientos hombres. (I Macabeos 9, 6)

  • Sólo en Bet Sur quedaron algunos de los que habían abandonado la Ley y los preceptos porque esta plaza era su refugio. (I Macabeos 10, 14)

  • El año 174 partió Antíoco para el país de sus padres y todas las tropas se pasaron a él de modo que pocos quedaron con Trifón. (I Macabeos 15, 10)

  • Tocaron las trompetas y Cendebeo y su ejército salieron derrotados. Muchos de ellos cayeron heridos de muerte y los que quedaron huyeron en dirección a la fortaleza. (I Macabeos 16, 8)

  • Cumplida la orden, y pasado algún tiempo, el sol que antes estaba nublado volvió a brillar, y se encendió una llama tan grande que todos quedaron maravillados. (II Macabeos 1, 22)

  • Y si ellos son profetas y la palabra de Yahveh les acompaña, que conjuren, ea, a Yahveh Sebaot para que los objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén no vayan a Babilonia. (Jeremías 27, 18)

  • Porque así dice Yahveh Sebaot de las columnas, del Mar, de las basas y de los demás objetos que quedaron en esta ciudad, (Jeremías 27, 19)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina