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  • Y Yahveh dijo a Josué: «No les temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.» (Josué 10, 8)

  • El homicida habrá de permanecer en la ciudad, hasta que comparezca en juicio ante la comunidad, hasta la muerte del Sumo Sacerdote que esté en funciones por aquel tiempo. Entonces el homicida podrá volver a sus ciudad y a su casa, a la ciudad de la que huyó.» (Josué 20, 6)

  • Dijeron entonces las gentes de Bet Semes: «¿Quién podrá resistir delante de Yahveh, el Dios Santo? ¿A quién subirá, alejándose de nosotros? (I Samuel 6, 20)

  • ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras? Tú me tienes conocido, Señor Yahveh. (II Samuel 7, 20)

  • El cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo, de modo que no se podrá decir: Esta es Jezabel."» (II Reyes 9, 37)

  • Así habla el rey: No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros de mi mano. (II Reyes 18, 29)

  • ¿Qué más podrá añadirte David por la gloria que concedes a tu siervo? (I Crónicas 17, 18)

  • Nadie podrá entrar en la Casa de Yahveh fuera de los sacerdotes y los levitas que estén de servicio; éstos podrán entrar por estar consagrados, pero todo el pueblo tiene que guardar el precepto de Yahveh. (II Crónicas 23, 6)

  • ¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que vuestro Dios podrá libraros de mi mano? (II Crónicas 32, 14)

  • Ahora, pues, que no os engañe Ezequías ni os embauque de esa manera. No le creáis; ningún dios de ninguna nación ni de ningún reino ha podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de la mano de mis padres, ¡cuánto menos podrá vuestro Dios libraros a vosotros de mi mano!» (II Crónicas 32, 15)

  • Untale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las manchas blancas se contraigan y se le caerán como escamos de los ojos. Y así tu padre podrá mirar y ver la luz.» (Tobías 11, 8)

  • Ozías respondió: «En todo cuanto has dicho, has hablado con recto juicio y nadie podrá oponerse a tus razones, (Judit 8, 28)


“E’ na dor que o amor se torna mais forte.” São Padre Pio de Pietrelcina