Fundar 195 Resultados para: plenitud de alegría

  • Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, ¡oh Dios!, tu Dios con óleo de alegría con preferencia a tus compañeros. (Hebreos 1, 9)

  • Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio. (Hebreos 9, 26)

  • acerquémonos con sincero corazón , en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura. (Hebreos 10, 22)

  • Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera. (Hebreos 10, 34)

  • Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna. (Hebreos 13, 17)

  • Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que vuestra risa se cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza. (Santiago 4, 9)

  • Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, (I Pedro 1, 6)

  • A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa; (I Pedro 1, 8)

  • Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. (I Juan 2, 5)

  • A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. (I Juan 4, 12)

  • En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del Juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. (I Juan 4, 17)

  • quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero. (I Juan 4, 19)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina