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Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. (Génesis 2, 7)
sino un mes entero, hasta que os salga por las narices y os dé náuseas, pues habéis rechazado a Yahveh, que está en medio de vosotros, y os habéis lamentado en su presencia, diciendo: ¿Por qué salimos de Egipto?» (Números 11, 20)
Una humareda subió de sus narices y de su boca un fuego que abrasaba; de él salían carbones encendidos. (II Samuel 22, 9)
El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron ante la increpación de Yahveh, al resollar al aliento en sus narices. (II Samuel 22, 16)
Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido. (II Reyes 19, 28)
mientras siga en mí todo mi espíritu y el aliento de Dios en mis narices, (Job 27, 3)
De sus narices sale humo, como de un caldero que hierve junto al fuego. (Job 41, 12)
una humareda subió de sus narices, y de su boca un fuego que abrasaba, (de él salían carbones encendidos). (Salmos 18, 9)
El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices. (Salmos 18, 16)
Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido. (Isaías 37, 29)
He enviado contra vosotros peste, como la peste de Egipto, he matado a espada a vuestros jóvenes, mientras vuestros caballos eran capturados; he hecho subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos, ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh. (Amós 4, 10)
