Fundar 306 Resultados para: jefes

  • y sus hermanos, jefes de sus casas paternas: 1.760 hombres aptos para los ejercicios del culto de la Casa de Dios. (I Crónicas 9, 13)

  • porque los cuatro jefes de los porteros eran permanentes; algunos levitas estaban al cuidado de las cámaras y de los tesoros de la Casa de Dios. (I Crónicas 9, 26)

  • Estos son, según sus genealogías, los cabezas de familia de los levitas, jefes de sus linajes que habitaban en Jerusalén. (I Crónicas 9, 34)

  • He aquí los jefes de los valientes que tenía David, y que, durante su reinado, se esforzaron con él y con todo Israel para hacerle reinar, conforme a la palabra de Yahveh respecto de Israel. (I Crónicas 11, 10)

  • estos eran, entre los hijos de Gad, jefes del ejército; el menor mandaba sobre cien, y el mayor sobre mil. (I Crónicas 12, 15)

  • Entonces el espíritu revistió a Amasay, jefe de los Treinta: «¡A ti, David! ¡Contigo, hijo de Jesé! ¡Paz, paz a ti! ¡Y paz a los que te ayuden, pues tu Dios te ayuda a ti!» David los recibió y los puso entre los jefes de las tropas. (I Crónicas 12, 19)

  • Cuando regresó a Siquelag, pasáronse a él algunos de los hijos de Manasés: Adná, Yozabad, Yediel, Miguel, Yozabad, Elihú y Silletay, jefes de millares de Manasés. (I Crónicas 12, 21)

  • Estos ayudaron a David al frente de algunas partidas, pues todos eran hombres valientes y llegaron a ser jefes en el ejército. (I Crónicas 12, 22)

  • Sadoq, joven y valeroso, con veintidós jefes de su casa paterna. (I Crónicas 12, 29)

  • De los hijos de Isacar, duchos en discernir las oportunidades y saber lo que Israel debía hacer, 200 jefes, y todos sus hermanos bajo sus órdenes. (I Crónicas 12, 33)

  • De Neftalí, 1.000 jefes, y con ellos 37.000 hombres con escudo y lanza. (I Crónicas 12, 35)

  • Después de consultar David con los jefes de millar y de ciento y con todos los caudillos, (I Crónicas 13, 1)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina