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  • El valle de Siddim estaba lleno de pozos de betún, y como huyesen los reyes de Sodoma y Gomorra, cayeron allí. Los demás huyeron a la montaña. (Génesis 14, 10)

  • A sus gritos huyeron todos los israelitas que estaban a su alrededor, pues se decían: «No vaya a tragarnos la tierra.» (Números 16, 34)

  • Josué y todo Israel se hicieron los derrotados por ellos y huyeron camino del desierto. (Josué 8, 15)

  • Zébaj y Salmunná huyeron. El los persiguió e hizo prisioneros a los dos reyes de Madián, Zébaj y Salmunná. Y destruyó todo el ejército. (Jueces 8, 12)

  • Volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Peña de Rimmón. Los israelitas fueron atrapando por los caminos a 5.000 hombres. Luego persiguieron a Benjamín hasta Guidom y le mataron 2.000 hombres. (Jueces 20, 45)

  • A la mañana siguiente dispuso Saúl a sus hombres en tres columnas que irrumpieron en el campamento durante la guardia de la madrugada, y batieron a los ammonitas hasta que apretó el sol. Y los demás huyeron no quedando dos juntos. (I Samuel 11, 11)

  • En viéndole todos los hombres de Israel huyeron delante de él, llenos de miedo. (I Samuel 17, 24)

  • Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y tomando la espada de éste de sacó de su vaina, le mató y le cortó la cabeza. Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron. (I Samuel 17, 51)

  • Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él. (I Samuel 19, 8)

  • David los batió desde el alba al anochecer; sólo se salvaron de entre ellos cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y huyeron. (I Samuel 30, 17)

  • Trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (I Samuel 31, 1)

  • Cuando los hombres de Israel que estaban del lado frontero del valle y del otro lado del Jordán vieron que las tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se establecieron en ellas. (I Samuel 31, 7)


“Mantenha-se sempre muito unido à Igreja Católica, pois somente ela pode lhe dar a verdadeira paz, porque somente ela possui Jesus Sacramentado que é o verdadeiro príncipe da paz.” São Padre Pio de Pietrelcina