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  • La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio. (Eclesiástico 38, 24)

  • Enderezará su consejo y su ciencia. y en sus misterios ocultos hará meditación. (Eclesiástico 39, 7)

  • Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio. (Eclesiástico 50, 28)

  • Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso. (Isaías 9, 6)

  • Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar. (Isaías 11, 9)

  • Secará Yahveh el golfo del mar de Egipto y agitará su mano contra el Río. Con la violencia de su soplo lo partirá en siete arroyos, y hará posible pasarlo en sandalias; (Isaías 11, 15)

  • Si Yahveh Sebaot toma una decisión, ¿quién la frustrará? Si él extiende su mano, ¿quién se la hará retirar? (Isaías 14, 27)

  • Aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - se removerá la clavija hincada en sitio seguro, cederá y caerá, y se hará añicos el peso que sostenía, porque Yahveh ha hablado. (Isaías 22, 25)

  • Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados; (Isaías 25, 6)

  • La fortificación inacessible de tus murallas derrocará, abajará, la hará tocar la tierra, hasta el polvo. (Isaías 25, 12)

  • «¿A quién se instruirá en el conocimiento? ¿a quién se le hará entender lo que oye? A los recién destetados, a los retirados de los pechos. (Isaías 28, 9)

  • Hará oír Yahveh la majestad de su voz, y mostrará la descarga de su brazo con ira inflamada y llama de fuego devoradora, turbión, aguacero y granizo. (Isaías 30, 30)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina