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  • Por eso los israelitas presentarán al sacerdote, para Yahveh, a la entrade de la Tienda del Encuentro, aquellas víctimas que suelen inmolar en el campo, para que se ofrezcan como sacrificios de comunión. (Levítico 17, 5)

  • Por eso tengo dicho a los israelitas: «Ninguno de vosotros comerá sangre; ni tampoco coma sangre el forastero que reside en medio de vosotros.» (Levítico 17, 12)

  • Porque la vida de toda carne es su sangre. Por eso mando a los israelitas: «No comeréis la sangre de ninguna carne, pues la vida de toda carne es su sangre. Quien la coma, será exterminado.» (Levítico 17, 14)

  • Se ha hecho impuro el país; por eso he castigado su iniquidad, y el país ha vomitado a sus habitantes. (Levítico 18, 25)

  • Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres que habitaron el país antes que vosotros, y por eso el país se ha llenado de impurezas. (Levítico 18, 27)

  • sino que todos los que cometan una de estas abominaciones, ésos serán exterminados de en medio de su pueblo. (Levítico 18, 29)

  • No cometáis injustica en los juicios, ni en las medidas de longitud, de peso o de capacidad: (Levítico 19, 35)

  • tened balanza justa, peso justo, medida justa y sextario justo. Yo soy Yahveh vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto. (Levítico 19, 36)

  • No descubras la desnudez de la hermana de tu madre ni de la hermana de tu padre, porque desnudas su propia carne; por eso cargarán con su iniquidad. (Levítico 20, 19)

  • Habéis de hacer separación entre animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; para que no os hagáis abominables, ni con animales ni con aves, ni con lo que se arrastra por el suelo; porque os he separado todo eso como impuro. (Levítico 20, 25)

  • Entonces en el mes séptimo, el diez del mes, harás resonar clamor de trompetas; en el día de la Expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. (Levítico 25, 9)

  • También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, (Levítico 25, 45)


“Seja paciente nas aflições que o Senhor lhe manda.” São Padre Pio de Pietrelcina