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A Aarón y a sus hijos los alistarás para que se encarguen de sus funciones sacerdotales. El laico que se acerque, será muerto.» (Números 3, 10)
Acampaban al este, frente a la Morada, delante de la Tienda del Encuentro hacia oriente, Moisés y Aarón con sus hijos que estaban encargados del santuario en nombre de los israelitas. Cualquier laico que se acercara, sería muerto. (Números 3, 38)
El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y el otro en holocausto; y expiará por aquel hombre la falta contraída a causa del muerto. Aquel día consagrará su cabeza: (Números 6, 11)
Por favor, que no sea ella como quien nace muerto del seno de su madre, con la carne medio consumida.» (Números 12, 12)
Luego murmuraron todos los israelitas contra Moisés y Aarón, y les dijo toda la comunidad: «¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto! Y si no, ¡ojalá hubiéramos muerto en el desierto! (Números 14, 2)
Todo primogénito que se presente a Yahveh de cualquier especie, hombre o animal, será para ti. Pero harás rescatar al primogénito del hombre y harás también rescatar al primogénito de animal impuro. (Números 18, 15)
El que toque a un muerto, cualquier cadáver humano, será impuro siete días. (Números 19, 11)
Todo el que toca un muerto, un cadáver humano, y no se purifica, mancha la Morada de Yahveh; ese individuo será extirpado de Israel, porque las aguas lustrales no han corrido sobre él: es impuro; su impureza sigue sobre él. (Números 19, 13)
Todo el que toque, en pleno campo, a un muerto a espada, o a un muerto, o huesos de hombre, o una sepultura, será impuro siete días. (Números 19, 16)
Un hombre puro tomará el hisopo, lo mojará en agua y rociará la tienda y todos los objetos y personas que había en ella, e igualmente al que tocó los huesos o al asesinado, o al muerto, o la sepultura. (Números 19, 18)
Y vosotros, todos los que hayáis matado a alguno y todos los que hayaís tocado a algún muerto, acampad fuera del campamento siete días. Purificaos vosotros y vuestros cautivos, el día tercero y el día séptimo. (Números 31, 19)
Por eso traemos de ofrenda a Yahveh lo que cada uno de nosotros ha encontrado en objetos de oro, brazaletes, ajorcas, anillos, arracadas y collares, para hacer expiación por nosotros delante de Yahveh.» (Números 31, 50)