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Vosotras sabéis que he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas; (Génesis 31, 6)
Pero eso sí, que aquel a quien le encuentres tus dioses no quede con vida. Delante de nuestros hermanos reconoce lo tuyo que yo tenga y tómatelo.» En efecto, Jacob ignoraba que Raquel los había robado. (Génesis 31, 32)
Jacob se asustó mucho y se llenó de angustia; dividió a sus gentes, las ovejas, vacas y camellos, en dos campementos, (Génesis 32, 8)
Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): «He visto a Dios cara a cara, y tengo la vida salva.» (Génesis 32, 31)
Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre reflexionaba. (Génesis 37, 11)
Rubén lo oyó y le libró de sus manos. Dijo: «No atentemos contra su vida.» (Génesis 37, 21)
Por aquel tiempo bajó Judá de donde sus hermnanos para dirigirse a cierto individuo de Adullam llamado Jirá. (Génesis 38, 1)
Al tercer día, que era el natalicio de Faraón, dio éste un banquete para todos sus servidores, y levantó la cabeza del jefe de escanciadores y la del jefe depanaderos en presencia de sus siervos. (Génesis 40, 20)
Pero el jefe de escanciadores no se acordó de José, sino que le echó en olvido. (Génesis 40, 23)
Pero después sobrevendrán otros siete años de hambre y se olvidará toda la hartura en Egipto, pues el hambre asolará el país, (Génesis 41, 30)
Pareció bien el discurso a Faraón y a todos sus servidores, (Génesis 41, 37)
y dijo Faraón a sus servidores: «¿Acaso se encontrará otro como éste que tenga el espíritu de Dios?» (Génesis 41, 38)
