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• Y Pedro le replicó: «¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán a ti.» (Hechos 5, 9)

• ... hasta tal punto que incluso sacaban los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. (Hechos 5, 15)

• Pedro y los apóstoles contestarón: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos 5, 29)

• Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. (Hechos 8, 14)

• Pedro le contestó: «Vaya tu dinero a la perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero. (Hechos 8, 20)

• Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida. (Hechos 9, 32)

• Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura; levántate y arregla tu lecho.» Y al instante se levantó. (Hechos 9, 34)

• Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres con este ruego: «No tardes en venir a nosotros.» (Hechos 9, 38)

• Pedro partió inmediatamente con ellos. Así que llegó le hicieron subir a la estancia superior y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Dorcás hacía mientras estuvo con ellas. (Hechos 9, 39)

• Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo: «Tabitá, levántate.» Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó. (Hechos 9, 40)

• Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva. (Hechos 9, 41)

• Pedro permaneció en Joppe bastante tiempo en casa de un tal Simón, curtidor. (Hechos 9, 43)