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  • Aarón por su parte meció los pechos y la pierna derecha como ofrenda mecida ante Yahveh conforme Moisés había mandado. (Levítico 9, 21)

  • Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos y, tras echar incienso encima, ofrecieron ante Yahveh un fuego profano, que él no les había mandado. (Levítico 10, 1)

  • Se acercaron y los llevaron en sus propias túnicas fuera del campamento, como Moisés había mandado. (Levítico 10, 5)

  • Ellos traerán la pierna reservada y el pecho mecido, además de las grasas que han de ser abrasadas para Yahveh como ofrenda mecida delante de Yahveh; serán la porción perpetua para ti y para tus hijos junto a ti, según ha mandado Yahveh.» (Levítico 10, 15)

  • Tendréis esto como decreto perpetuo: hacer la expiación por los israelitas, por todos sus pecados, una vez al año. Y se hizo como Yahveh había mandado a Moisés. (Levítico 16, 34)

  • Habló entonces Moisés a los israelitas. Sacaron al blasfemo fuera del campamento y lo lapidaron. Los israelitas hicieron como Yahveh había mandado a Moisés. (Levítico 24, 23)

  • Tal como Yahveh se lo había mandado, les pasó revista Moisés en el desierto del Sinaí. (Números 1, 19)

  • Los israelitas lo hicieron tal como se lo había mandado Yahveh a Moisés. Así lo hicieron. (Números 1, 54)

  • Pero los levitas no fueron alistados entre los demás israelitas, según había mandado Yahveh a Moisés. (Números 2, 33)

  • Los israelitas hicieron todo tal como Yahveh había mandado a Moisés: así acampaban bajo sus banderas y así emprendían la marcha, cada uno entre los demás de su clan y con su familia. (Números 2, 34)

  • Moisés los alistó según la orden de Yahveh, tal como Yahveh se lo había mandado. (Números 3, 16)

  • Y entregó Moisés la plata del rescate a Aarón y a sus hijos, según la orden de Yahveh, como había mandado Yahveh a Moisés. (Números 3, 51)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina