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Porque he entesado para mí a Judá, el arco he cargado con Efraím. Voy a incitar a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Yaván, y te haré como espada de un bravo. (Zacarías 9, 13)
¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas! ¡Espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho; que su brazo se seque del todo, y del todo se oscurezca su ojo!» (Zacarías 11, 17)
¡Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi compañía!, oráculo de Yahveh Sebaot. ¡Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños! (Zacarías 13, 7)
«No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. (Mateo 10, 34)
En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja. (Mateo 26, 51)
Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. (Mateo 26, 52)
Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja. (Marcos 14, 47)
¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.» (Lucas 2, 35)
y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. (Lucas 21, 24)
Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada; (Lucas 22, 36)
Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?» (Lucas 22, 49)
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. (Juan 18, 10)
