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  • Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí». (Juan 18, 36)

  • Entonces el Señor le dijo: "Quítate las sandalias porque estás pisando un lugar sagrado. (Hechos 7, 33)

  • Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios. (Romanos 6, 13)

  • Voy a hablarles de una manera humana, teniendo en cuenta la debilidad natural de ustedes. Si antes entregaron sus miembros, haciéndolos esclavos de la impureza y del desorden hasta llegar a sus excesos, pónganlos ahora al servicio de la justicia para alcanzar la santidad. (Romanos 6, 19)

  • Porque la autoridad es un instrumento de Dios para tu bien. Pero teme si haces el mal, porque ella no ejerce en vano su poder, sino que está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal. (Romanos 13, 4)

  • Y por eso también, ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio. (Romanos 13, 6)

  • la de ser ministro de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la Buena Noticia de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo. (Romanos 15, 16)

  • ¡Yo tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, en lo que se refiere al servicio de Dios! (Romanos 15, 17)

  • Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. (I Corintios 3, 17)

  • Una recomendación más, hermanos. Ustedes saben que Estéfanas y su familia -los primeros que abrazaron la fe en Acaya- han decidido consagrarse al servicio de los hermanos. (I Corintios 16, 15)

  • Porque nosotros somos la fragancia de Cristo al servicio de Dios, tanto entre los que se salvan, como entre los que se pierden: (II Corintios 2, 15)

  • nos pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este servicio en favor de los hermanos de Jerusalén. (II Corintios 8, 4)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina